Ayer tuve yo un día un poco oscuro profesionalmente hablando. Ha habido unos cuantos en esta cuarentena, pero debo decir que han sido más los días de luz en los que he encontrado fácilmente la motivación necesaria para encontrar nuevas vías de emocionar-motivar-escuchar-acompañar-educar y esa infinidad de cosas que se supone que hago en mi trabajo, desde el otro lado de la pantalla.
Pero ayer estaba yo algo cabreada con la falta de unidad, de criterios comunes, en definitiva de consenso y por supuesto de medios; y no quise saber nada sobre la Conferencia Sectorial de Educación y las medidas adoptadas. Inevitablemente y como era de esperar, durante toda la tarde y hasta que decidí irme a la cama sufrí el constante bombardeo vía WhatsApp, redes sociales varias y hasta mi madre al teléfono de opiniones de lo más dispares sobre el tema.
En fin, que esta mañana ya me he levantado con ganas de marcha y me he puesto la rueda de prensa con el café, así para empezar el día con alegría. Y no sé si ha sido porque estaba recién levantada o por esa sensación que lleva conmigo todo este tiempo, pero lo único que se me venía a la cabeza era la falta de conexión total que hay entre realidades diferentes, pero que en definitiva dependen las unas de las otras: política y población, legislación y contexto, educación y actualidad.
Escuchaba a Celaá hablar sobre competencias, evaluación continua y de carácter diagnóstico, aprendizajes imprescindibles, globalización e interdisciplinariedad y no podía parar de preguntarme cuántas de mis familias entenderían algo de todo eso que estaba diciendo. ¿Por qué nos cuesta tanto usar un lenguaje adecuado al público al que nos dirigimos? Quizá sea de primero de política aprender a hablar sin decir nada o decir algo sin que nadie te entienda.
Pues entre las medidas acordadas (que me hubiese parecido interesante también que explicasen que en materia de educación el ministerio tiene muy pocas competencias), me ha quedado claro que seguimos a tope con la formación a distancia, nada de perder el curso y que seguimos con el calendario escolar establecido. Y luego ahí una serie de cosas que ya se hacen, anunciadas como medidas, y otras que como no saben hablar pues han dado lugar a bastante polémica y que cada cual interpreta en función de su posición sin intención alguna de reflexionar sobre el asunto.
Que no avanzamos en materia y que ya adaptaremos contenidos el curso que viene. Esto, que puede sonar muy fácil, a mí se me hace imposible con el currículo que tenemos, que no deja espacio para hablar un día con tus alumnos en clase de lengua sobre el debate que genera eso del uso del lenguaje inclusivo, por ejemplo.
Que el que quiera puede recibir apoyo escolar en julio. Que se organizarán actividades de apoyo y refuerzo en formas diversas, coordinadas con otras de carácter lúdico. Vamos, los campamentos que se vienen haciendo por diferentes empresas de ocio y tiempo libre.
Que la evaluación debe ser continua y que en concreto en este trimestre acentuará su carácter diagnóstico. Es decir, que si tienes la primera y la segunda aprobadas pues que evidentemente vas a aprobar la tercera; y que las tareas o trabajos realizados durante la cuarentena solo pueden servir para ayudar a aquellos que fuesen más justos pero no para bajar tus calificaciones. Bien. Que la promoción debe ser la norma y eso de repetir una excepción. Que desde el gobierno se insta a promocionar a los alumnos pero luego que confían plenamente en nosotros y que si hay que suspenderlos pues que se les suspenda. Pero a su vez y como confían tanto en nosotros, la repetición deberá estar sólidamente argumentada y acompañada de un plan preciso de recuperación en cada caso. Ya se hace. Gracias.
Y aquí ha venido la intervención del Secretario de Estado de Educación diciendo que eso de repetir es algo que solo se hace en España y que no sirve para nada, que si no han aprendido los contenidos de una materia un año, no pasa nada porque ya los recuperarán el año que viene. Sin entrar a valorar para qué sirve repetir un curso escolar, que puedo estar más o menos de acuerdo en que no es lo ideal y en muchos casos no es la solución al fracaso escolar, creo que esto es una muestra evidente de lo poco que saben de la realidad del aula aquellos que legislan sobre la realidad del aula. Alumnos desmotivados y sin recursos que no han abierto un libro en todo el curso no van a abrir el doble de libros el año que viene. Alumnos que no saben leer no pueden hacer las actividades porque no pueden usar los recursos de forma autónoma y tú no tienes medios para enseñarles. Clases saturadas con 25 alumnos en las que no puedes dedicar tres sesiones a explicar el concepto de decena porque tendrías que ir ya por la centena y las fracciones. Pero lo de repetir es algo que solo se hace en España porque los maestros no queremos complicarnos en alcanzar la individualidad de los aprendizajes.
Y mi favorita: que estamos adaptando la actividad lectiva a las circunstancias usando herramientas de educación a distancia que todos tenemos, atendiendo especialmente a aquellos estudiantes con dificultad de acceso. Sí, en efecto hemos cambiado de educación presencial a educación a distancia, así de un martes a un miércoles y sin ningún inconveniente. Desde mi casa. Con mi ordenador. Con mi móvil personal. Para las familias en sus casas. Con sus ordenadores. Con sus móviles. Con sus tablets. Porque claro, por supuesto que todos saben mandar emails y descargarse Google Classroom y hacerse una cuenta y entrar en un aula virtual. Y todos disponen de un espacio tranquilo donde puedan conectarse sin que nadie les moleste en sus casas de 4 habitaciones y 3 baños.
Y luego la ronda de preguntas de los periodistas, que, en fin. Mil preguntas sobre la EBAU, que es lo más importante del mundo, ninguna sobre la FP y todos los que salen titulados este curso. Nada sobre los alumnos sin recursos tecnológicos y luego uno preguntando que si alguien repite teniendo los dos primeros trimestres aprobados a quién va a reclamar. ¿Hola? Otro que si nos van a dar una recompensa a los docentes, madre mía. Para terminar, el señor que modera la rueda de prensa que imagino será del gobierno le echa un cable a la ministra para que se luzca mirando a cámara y todos sepamos que un día fue catedrática de instituto: ¿qué le diría a sus alumnos en esta situación? Pues que estudien ciencia, y también inglés porque la mayor parte de la ciencia está escrita en inglés y la ciencia tiene la respuesta a este desafío que estamos viviendo. Don't panic.
No sé, a lo mejor es que estaba yo muy dormida todavía y no he sabido entender el mensaje, porque es cierto que estoy de acuerdo con algunas líneas que plantean. A lo mejor no me había despertado del todo y por eso, al verla en ese plano, con la parte del escudo al fondo en la que aparece el castillo de oro, no podía parar de visualizarla en la almena del castillo, legislando para gente tan pequeñita desde ahí arriba que ni siquiera puede verla.
Qué bonito hubiese sido que por una vez, hubiesen preguntado a los docentes sobre qué necesitamos o qué creemos que necesitan las familias. No sé, ¿os imagináis que las consejerías hablan con los inspectores y estos con los directores y estos con los docentes? Qué movida, ¿no? ¿Os imagináis que entre los que se sientan en esa mesa de la Conferencia Sectorial de Educación hay maestros en activo que además trabajan en centros de barrios obreros con familias de bajo nivel socioeconómico? ¿Os lo imagináis? Como dice la sobreexplotada (y más en estos días) canción de John Lennon, "podéis llamarme soñadora, pero no soy la única". O en inglés, y sin estudiar ciencias, "you may say I'm a dreamer, but I'm not the only one".